Trasladarse
en automóvil podría considerarse una satisfacción de la necesidad de
transportarse de un lugar a otro a través de las transitadas calles de nuestra
ciudad, lo cual da un estatus de confort y bienestar sobre los demás. Si bien
es una gran responsabilidad estar al frente de un volante hay que valorar el
esfuerzo y la destreza que se necesita para hacer esta actividad de la mejor
forma posible y seguir vivos. Ahora, por alguna razón el conducir un coche en
esta ajetreada ciudad no parece muy difícil si seguimos una serie de consejos:
Rumbo
a tu destino: Una vez que se elige un destino hay que considerar la hora de
salida con nuestra hora a la que queremos llegar, pues el tráfico, clima o la
misma sociedad se pueden poner en nuestra contra y crearnos un retraso de
consecuencias inimaginables.
Dentro
del vehículo: Ponemos todo en orden dentro del vehículo, espejos, gasolina,
aire acondicionado, asiento, música y todo lo necesario para gozar de la
comodidad que un coche puede ofrecer; hay que procurar no distraernos o podríamos
ser víctimas de un accidente y formar parte de la estadística vehicular.
Una
vez en camino hay que tomar las precauciones que todo buen automovilista debe
tener en cuenta, no rebasar por la derecha, no pasarse los semáforos en “rojo”,
no pararse sobre la línea peatonal, etc. Sin embargo aunque uno sea tan buen
ciudadano y trate de cumplir con el reglamente,
todas estas cosas pasan a diario y a cada momento.
Para
empezar el primer reto al manejar será aprender a mantener la distancia hacia
el otro coche y por lo tanto la calma, pues nunca falta el “lento” que estorba
en el carril de “alta”, es por eso que aprender a rebasar, prender luces o
tocar el claxon son actividades que debemos realizar.
Una
vez dominado este tipo de circunstancias podemos proseguir a otro nivel de
dificultad, me refiero a transitar con el transporte público. Cada autobús,
microbús, combi, metrobus y por qué no hasta tren ligero, cuentan, todos ponen
a prueba la habilidad de uno al volante, sus maniobras van desde “cerrones”,
“metidas”, “paradas continuas”, “rebases” y uno que otro hasta carreritas en
plena calle.
Con
las maniobras superadas, las precauciones tomadas y el control sobre el coche
ya estamos del otro lado, a menos que, sean las 6:15 de la mañana en pleno Periférico
y halla tráfico “a vuelta de rueda”, ya que la paciencia, las habilidades y el
conocimiento de rutas alternas se pone a prueba; como es clásico en este tipo
de ambientes citadinos, los claxonazos, los aventones de coches que asimilan
una pista de carros chocones, los constantes accidentes de menor intensidad, la
desesperación de la gente por llegar a tiempo y un poco de mal clima hacen la
combinación perfecta para que uno estalle y dude acerca de que si traer un auto
es la mejor opción para moverse.
Afortunadamente
vivimos en “una ciudad de vanguardia” y las obras viales ayudan a desazolvar el
tráfico y el estrés de algunos automovilistas “pudientes” que logran pagar algún
tramo de cuota como el de la “Autopista Urbana” y ayuda a llegar a su destino
en menos tiempo por algunos pesos. Aunque hay algunos otros que desafortunadamente
se quedan en los carriles laterales soportando la codicia del transporte público
que se pelea el pasaje; o hay otros más que prefieren resignarse a estar en el
“caos” durante varios minutos mientras se despabilan por completo y ven el
amanecer desde la comodidad de su auto.
Manejar
es un reto para valientes hoy en día en la capital mexicana, se ha convertido
más allá de una responsabilidad y comodidad al alcance de casi todos pues es un
examen constante de nervios, habilidades y destrezas con un volante de por
medio, cuidando no sólo un automóvil sino una extensión misma del cuerpo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario